Edgar Cayce, uno de los psíquicos estadounidenses más notables del siglo XX, poseía facultades de clarividencia y entraba en estado de trance durante sus llamadas “lecturas” (Readings), respondiendo a las preguntas del individuo. En el libro de Dorothée Koechlin de Bizemont titulado: “Edgar Cayce, Curar por la música, Edgar Cayce aconsejaba utilizar la música de manera activa, es decir, no solo limitarse a escuchar, sino también tocar algún instrumento o cantar. Deberíamos cantar todos los días y ser conscientes del enorme poder curativo de la voz. Ahí van algunos párrafos del libro:
“El 21 de diciembre, la noche más larga del año, abre sobre la música mundos invisibles que traen consigo la luz. Se trata, por supuesto, de la tradición celta del solsticio de invierno”.
Experiencia inolvidable para estos pastores de Palestina:
“La Entidad se encontraba entre los que vivían en el país de las colinas alrededor de Belén, cuando los pastores escucharon las voces, los ‘Aleluyas’ que venían a advertirles del nacimiento de su rey, de su salvador. La Entidad fue primero despertada por gritos de alegría en torno a la ciudad de Belén (…). Toda su vida de entonces se vio trastornada. Sintió el deseo profundo de prenderse de este canto venido de los cielos, de esta música de los cielos: eran las vibraciones de las esferas celestes, en el momento en que toda la naturaleza proclamaba este alegre acontecimiento en la experiencia de los hombres”.
Algunos de nosotros sentimos nostalgias inexplicables que ningún psiquiatra está en condiciones de aprender (… a menos que haya aceptado la realidad de vidas anteriores). Es el caso de este consultante:
“De la época en que su estrella desapareció, en el tiempo de la fuga de Egipto (…), viene su estado anímico actual. Cuando se sienta solo al atardecer y cuando percibe de nuevo la música de las esferas celestes y el canto de las estrellas que salen al ponerse el sol, mientras la tierra se apacigua… a menudo es en este momento cuando la paz regresa a él, una paz solo turbada por la preocupación de las labores cotidianas”.
Edgar Cayce supo descubrir en la música unas facultades terapéuticas y medicinales que pueden ayudar a prevenir estados de malestar y ansiedad (y todas las enfermedades psicosómaticas que conllevan), así como aliviar e incluso curar un gran abanico de trastornos físicos, emocionales y mentales. La música es usada por Edgar Cayce como una medicina natural, cuya naturaleza y dosis es necesario estudiar con cuidado para que la belleza de las notas obre el resultado deseado sobre la salud y el bienestar.