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Hay una sensibilidad que hace del cosmos una entidad viva. La Cimática (del griego Kyma: onda) estudia la vibración creativa a cada nivel desde el molecular hasta el galáctico. Descubre leyes ocultas que alguna vez fueron evidentes para todos.

El cosmos es sonido. El sonido es vibración y la vibración está en todas partes, existe en todos los elementos. Cada objeto que nos rodea, cada ser, animado o inanimado, emite una vibración. Según esta teoría podemos, a través de la vibración, conseguir hacer cosas que ni siquiera imaginamos.

Si nos dejamos llevar por el sonido de las esferas vibrantes (por ejemplo al cantar) nuestra alma se eleva y descubrimos en cada nuevo nivel un estado más sutil, una belleza más encantadora, una mayor intensidad espiritual, un placer más rebosante. Fue en estas esferas celestiales del mundo de las imágenes donde Pitágoras escuchó la música de las esferas. Después regresó a su cuerpo material. Como resultado de aquello que había escuchado determinó las relaciones musicales y perfeccionó la ciencia de la música. El alma se eleva sobre la tierra y se encuentra a sí misma en la región de las esferas planetarias. Cuando una persona muere el cuerpo físico se somete primero a su destino natural de descomposición. Lo que queda de la persona, la única parte inmortal, entra ahora en lo que se ha llamado Armonía, un término que enfatiza la naturaleza musical de las esferas planetarias. Y luego, con todas las energías de la Armonía despojadas de ello, revestida solo con su propio poder, entra aquella Naturaleza que pertenece a la octava esfera, y con los seres que allí se encuentran cantan himnos al Padre, y todos los que allí están se regocijan con su llegada. Como en toda doctrina gnóstica – rama esotérica de la religión cristiana y judaica, basada en un conocimiento intuitivo y misterioso de lo divino – se establece que el alma disfrutó alguna vez de un estado del cielo del cual, por una u otra razón, descendió para ocupar su morada en un cuerpo terrenal. En palabras de C.G. Jung: “El ascenso a través de las esferas planetarias significa una liberación, la superación de un obstáculo psíquico. Quienquiera que haya atravesado todas las esferas se encuentra libre de coacción: ha ganado la corona de la victoria y se asemeja a un dios”. En otras palabras el viaje es una iniciación.

 

Cuando se está deprimido y se escucha una música armoniosa, eco de la música de las esferas espirituales, se conecta automáticamente con la proyección de energías cósmicas, que son constructivas y portadoras de la felicidad.

Se ha dicho que los sonidos que encantan a nuestros oídos tienen su origen en las esferas vibrantes: mas la fe sobrepasa los límites de la duda y ve qué es lo que todo dulcifica. Cuando la vida empezó, en el principio de los tiempos, escuchamos cantar a los ángeles… Nuestra memoria, aunque triste y apagada, retiene algún eco todavía del cielo. La música es la esencia de todos los que aman, la música eleva los corazones a los reinos superiores, las cenizas brillan, los fuegos ocultos renacen: escuchamos y nos alimentamos de alegría y paz.

María Trovadora

Además de mujer y madre, soy música y creadora de mi realidad. La música es mi vida, lo es todo para mí. También siento un amor profundo por las lenguas y su riqueza y musicalidad. Me llaman poderosamente la atención los diferentes lenguajes que van más allá de las palabras.

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