El poder curativo del sonido.
Algunos sonidos pueden llegar a tener un enorme poder curativo. Si escuchamos abriendo nuestro ser y dejamos que el sonido penetre cada célula de nuestro cuerpo experimentaremos los increíbles beneficios de esta terapia. El único requisito es fluir y dejarse llevar…
La música influye en el ritmo respiratorio, la presión arterial, las contracciones estomacales y los niveles hormonales.
Lo que uno escucha puede afectar tanto positivamente como negativamente.
La música ayuda a realizar tareas de todo tipo, y cuanto más aburrida y desagradable sea la tarea, mejor se la recibe. De ahí surgen, por ejemplo, las canciones de los esclavos, que les daban ánimos para continuar.
El sonido es un gran sanador, es un modificador universal de los estados de ánimo.
La música tiene la capacidad para reducir la ansiedad y la sensación de dolor. Funciona aparentemente bloqueando los sonidos típicos de una sala de operaciones que provocan ansiedad en los pacientes. Otras cualidades que provoca el sonido son una mayor autoestima, mayor relajación, menor tensión nerviosa y una actitud mental positiva.
Se han realizado muchos experimentos con plantas en crecimiento y música, y se ha llegado a la conclusión de que las plantas florecen cuando cierta música o notas son tocadas en su proximidad. Las plantas germinan con rapidez o dan una mayor cosecha en presencia de sonidos muy variados. Aunque está claro que ningún jardinero dedicado a sus plantas necesita de las estadísticas para probar que las plantas tienen sentimientos.
En la filosofía budista, el universo se crea y se destruye a cada instante. Para los sufíes, rama esotérica del Islam, el deseo de Dios de conocerse a sí mismo produjo su división en infinidad de conciencias, y lo que en verdad se vuelve consciente es el alma. De hecho, la música pertenece al alma, y aquí es donde sana.
El cuerpo físico, el cuerpo mental y el cuerpo espiritual se mantienen unidos mediante cierto sistema de vibraciones. Una persona está enferma cuando tiene un desajuste, una falta de coordinación entre sus tres cuerpos (físico, mental y espiritual). Esta descoordinación vibratoria lleva a la enfermedad del cuerpo físico. Para corregirla podemos recurrir a las vibraciones musicales. La música puede llegar a curar enfermedades graves.
Los egipcios conocían técnicas quirúrgicas muy sofisticadas, y eran capaces de anestesiar con música. Mientras el cirujano operaba, un sacerdote o sacerdotisa permanecía en la habitación con el fin de mantener el alma a distancia del cuerpo.
Desde los tiempos de la antigua Grecia numerosos filósofos, historiadores y científicos han escrito sobre la música como arte terapéutico.